Nussbaum, L. (1999). La discusión como género discursivo y como instrumento didáctico. En Hablar en clase. Cómo trabajar la lengua oral en el centro escolar (pp.19-28).
RESUMEN
En este capítulo, la reflexión gira en torno a
la discusión “como una forma de interlocución que persigue la
exploración y la elaboración de conocimientos” (Nussbaum, 1999, 24) , en el contexto del
aula escolar. La aplicación de este tipo de interacción se postula como una
forma de superar las secuencias IRE (Interacciones profesor-Alumno-Profesor
que normalmente suponen una iniciativa del docente -una pregunta-, una reacción
del estudiante -una respuesta- y luego otra intervención del profesor -algún
tipo de evaluación-), las cuales son interacciones de elicitación, es decir, interacciones que buscan provocar o incitar la acción verbal que tiene sobre todo la
finalidad de hacer aflorar los conocimientos que el alumnado posee.
Para Nussbaum, provocar otro tipo de interacción que no repita el modelo IRE es deseable, pues estas interacciones normalmente movilizan respuestas poco elaboradas que no general un nuevo conocimiento en los estudiantes. Además, tienden a movilizar un bajo nivel cognitivo que puede ser superado a través de interacciones donde los alumnos hagan un mayor uso de los turnos conversacionales y el profesor, en cambio, geste más bien la continuidad de la actividad sin desvirtuar su tema y ayude a los estudiantes a expresar aquello que no pueden decir debido a falta de los recursos lingüísticos apropiados.
Las interacciones efectuadas durante una actividad en el contexto de aula, ya sea entre todo el grupo curso o a nivel más particular (grupos pequeños construidos para realizar una tarea), donde el profesor actúa más bien como un facilitador y guía de la discusión, se convierten en situaciones donde se lleva a cabo el habla exploratoria, entendida como “Aquel tipo de discurso que permite relacionar ideas asentadas con nuevas ideas y construir el conocimiento en el cual los alumnos puedan basar sus acciones inmediatas y futuras". (Nussbaum, 1999, 22).
Cabe destacar que el género ‘discusión’ se constituye como “un espacio discursivo de deliberación, de examen de puntos de vista, de confrontación, de intercambio de construcción de ideas” (Nussbaum, 1999, 20). Éste puede ser frágil en el sentido de que puede dar pie a la distensión y la conversación informal o a disputas producidas por ataques a la imagen social de los alumnos participantes. Por ello, para que ella sea efectiva, debe existir estabilidad entre los siguientes parámetros:
Para Nussbaum, provocar otro tipo de interacción que no repita el modelo IRE es deseable, pues estas interacciones normalmente movilizan respuestas poco elaboradas que no general un nuevo conocimiento en los estudiantes. Además, tienden a movilizar un bajo nivel cognitivo que puede ser superado a través de interacciones donde los alumnos hagan un mayor uso de los turnos conversacionales y el profesor, en cambio, geste más bien la continuidad de la actividad sin desvirtuar su tema y ayude a los estudiantes a expresar aquello que no pueden decir debido a falta de los recursos lingüísticos apropiados.
Las interacciones efectuadas durante una actividad en el contexto de aula, ya sea entre todo el grupo curso o a nivel más particular (grupos pequeños construidos para realizar una tarea), donde el profesor actúa más bien como un facilitador y guía de la discusión, se convierten en situaciones donde se lleva a cabo el habla exploratoria, entendida como “Aquel tipo de discurso que permite relacionar ideas asentadas con nuevas ideas y construir el conocimiento en el cual los alumnos puedan basar sus acciones inmediatas y futuras". (Nussbaum, 1999, 22).
Cabe destacar que el género ‘discusión’ se constituye como “un espacio discursivo de deliberación, de examen de puntos de vista, de confrontación, de intercambio de construcción de ideas” (Nussbaum, 1999, 20). Éste puede ser frágil en el sentido de que puede dar pie a la distensión y la conversación informal o a disputas producidas por ataques a la imagen social de los alumnos participantes. Por ello, para que ella sea efectiva, debe existir estabilidad entre los siguientes parámetros:
a. Complementariedad: Hace referencia a la aceptación de que existe
una asimetría con respecto a los conocimientos de los participantes de la
discusión, la que aporta la posibilidad de que los distintos saberes se
articulen para formular conocimiento nuevo entre los participantes.
b.
Cooperación: Supone “la existencia de un
contrato implícito de comunicación («estamos aquí para entendernos y lo vamos a
hacer de tales maneras»)” (Nussbaum, 1999, p. 21)
c.
Formalidad: implica la aplicación de
un orden relativo a la transición de la palabra (toma de turnos
conversacionales), formas elegidas para construir los enunciados y tratamiento
del tema.
d.
Finalidad: “Su meta es la manifestación explícita de los
contenidos y opiniones que se intercambian"(Nussbaum, 1999, p.21)
FOCO DE LECTURA
Lo interesante del texto es comprender la discusión
como un género e instrumento didáctico que otorga la posibilidad de otorgar roles donde alumnos se vuelvan más participativos y logren elaborar
respuestas complejas. Así, los estudiantes no
solo entregan ‘datos’ que conocen con respecto a un determinado tema, sino que
aportan a sus compañeros una información que puede articularse con la de los
otros participantes para acceder a otros conocimientos y elaborar formas más
complejas del mismo.
La comprensión de la discusión bajo estos parámetros es útil en la enseñanza porque se puede aplicar para posibilitar interacciones dotadas de mayor sentido que vinculan al estudiante con sus propias vivencias, opiniones y aprendizajes, a la vez que le permite conocer las de los demás y complejizar las posibilidades de respuesta frente a una tarea. La utilidad de la discusión aumenta si se entiende también como una instancia en la que pueden ser desarrolladas paralelamente distintos tipos de habilidades, ya sean de nivel cognitivo con respecto al tema de la tarea en sí, en el ámbito de la oralidad, o incluso en el plano socioemocional (debido a la autorregulación e interacción respetuosa que supone la discusión para no caer en la conversación o en la disputa).
La comprensión de la discusión bajo estos parámetros es útil en la enseñanza porque se puede aplicar para posibilitar interacciones dotadas de mayor sentido que vinculan al estudiante con sus propias vivencias, opiniones y aprendizajes, a la vez que le permite conocer las de los demás y complejizar las posibilidades de respuesta frente a una tarea. La utilidad de la discusión aumenta si se entiende también como una instancia en la que pueden ser desarrolladas paralelamente distintos tipos de habilidades, ya sean de nivel cognitivo con respecto al tema de la tarea en sí, en el ámbito de la oralidad, o incluso en el plano socioemocional (debido a la autorregulación e interacción respetuosa que supone la discusión para no caer en la conversación o en la disputa).
VALORACIÓN
El texto es significativo dentro del ámbito de las
prácticas pedagógicas porque releva la importancia de la interacción entre
pares y los resultados positivos en el aprendizaje que esta puede tener. Desde
allí, cabe preguntarse qué estrategias serían útiles para facilitar de mejor
manera dichas interacciones, pues el texto solamente menciona la formación de
grupos que sean creados en base a los deseos y avenencias del estudiantado, el
entregar tiempo suficiente para la tarea y dar actividades que no sean
demasiado fáciles ni demasiado difíciles; pero no entrega mayor información
sobre cómo gestionar dichos grupos para que efectivamente no caigan en la
distensión y se pierda la discusión en sí.
Considerando que este texto debió ser leído dentro de la unidad de oralidad del curso de Didáctica del lenguaje I, otra cosa que debe ser resuelta son estrategias concretas para “ayudar a decir” cuando lo que se busca es lograr el desarrollo de la oralidad en el estudiantado durante las actividades, pues ayudarlo a ordenar sus ideas o a expresarse en el tono formal requerido (entre otras labores que ejerce el profesor durante la discusión) no son metodologías o estrategias, sino finalidades de la intervención del profesor.
Considerando que este texto debió ser leído dentro de la unidad de oralidad del curso de Didáctica del lenguaje I, otra cosa que debe ser resuelta son estrategias concretas para “ayudar a decir” cuando lo que se busca es lograr el desarrollo de la oralidad en el estudiantado durante las actividades, pues ayudarlo a ordenar sus ideas o a expresarse en el tono formal requerido (entre otras labores que ejerce el profesor durante la discusión) no son metodologías o estrategias, sino finalidades de la intervención del profesor.
By Victoria Amores