Blanche Benveniste, C. (1998). Algunas características de lo oral. En Estudios Lingüísticos sobre la Relación entre Oralidad y Escritura (pp.19-28). Barcelona: Gedisa.
RESUMEN
Del artículo Algunas características de la oralidad se desprende un interés por situar en el lugar que se merece el estudio de la oralidad. En ese sentido, su tesis obedece a un borramiento de la tan marcada dicotomía lengua escrita/lengua hablada, en tanto para ella, esta última estaría sujeta a un sistema de valores que no trata solamente de lo que es hablado, si no también, tendría que ver también con nociones tales como “lengua hablada escrita” o “Lengua escrita hablada” (Blanche-Benveniste, 1998, 19). De esta manera, Benveniste emplea una metodología, cuyo propósito tiene que ver con dar cuenta de los antecedentes investigativos que han primado a lo largo de la historia, con respecto a la lengua oral, para posteriormente establecer de qué forma su perspectiva posiciona a esta lengua en un lugar de prestigio, esto, en cuanto a su complejidad y multiplicidad de variantes participantes en su realización práctica. Bajo esta premisa, el texto divide en 2 apartados con sus respectivos títulos dichos antecedentes:
1. Una breve reseña histórica
2. Las representaciones de la lengua hablada. Estas aportan diversas fuentes dentro de las cuales se extraen determinados estudios. El primer apartado instaura la tensión que puede desprenderse de ciertas perspectivas que apoyan la idea de que una lengua consigue ser verdadera lengua, en la medida que esté escrita, en contraposición a otras que mantienen que verdaderas lenguas han perdurado a través delo siglos de la mano de poblaciones antiguas. En base a esta última visión, la autora trae a colación los estudios elaborados por Sapir, Whorf, o Bloomfield, quienes desarrollaron métodos para describir las lenguas no escritas de América, esto a partir de la identificación de sus respectivas estructuras y gramáticas.
FOCO DE LECTURA
Posteriormente a este recorrido,
inmiscuye su propia visión frente a la problemática tratada, tratando de
responder a la pregunta: ¿es correcto referirnos a la lengua oral como un tipo
de reproducción menos valiosa, en tanto relega aspectos claves para el análisis
lingüístico? El foco argumentativo que enmarca la postura de Benveniste—y en
ello radica lo interesante—dirige su atención a explicar de qué manera los
elementos, fenómenos y formas de percibir que conforman el diálogo oral,
funcionan conjuntamente, en función de construir la oralidad como un tipo de
reproducción que acentúa un nivel bastante alto de complejidad. La producción oral en palabras de Benveniste debería de ser comparada con el borrador o estado intermedio que asume un texto escrito antes de ser puesto en circulación. Frecuenta esta analogía en tanto le permite ahondar en la oralidad, como un sistema espontáneo de locuciones que pretender seguir cierta columna vertebral, pero que, en el intertanto de esta búsqueda, bifurca en un sinfín “de enmiendas, retrocesos, avances, comentarios, una mezcla de lengua y metalengua: en una palabra, a la vez un texto y los rastros de la elaboración del texto” (Blanche-Benveniste, 1998, 22). En suma, esta producción oral puede ser continuada por el receptor de la misma, formándose muchas veces una colaboración en el decir, y, por tanto, una entremezcla de subjetividades que otorgan mayor complejidad al enunciado. Yendo más allá, la construcción lingüística puede atravesar caminos aún más enrevesados, considerando la disparidad de percepciones capaces de surgir a nivel del entendimiento que uno u el otro hablante logre captar del aparato oral. De allí que la entonación, la pausa, el énfasis, la repetición, el titubeo, la dislocación entre el léxico y la construcción sintáctica, la construcción en lista, entre otras, contribuyan a diversificar el número de percepciones emanadas de una sola producción oral, tornándose semejante a una elaboración poética o narrativa.
Dicho todo esto, es que no es arriesgado aseverar que la tesis en cuestión es más que relevante a la hora de pensar la oralidad como un contenido a enseñar a sujetos en formación, esto porque, no se ha dado el realce suficiente que merece la confección oral, entendiendo que algo tan básico como la comunicación, pasa por el real conocimiento que tenemos de su mecanismo interno. En efecto, para la enseñanza, la oralidad supone un contenido transversal e insoslayable de todas las esferas académicas y humanas, y por esta razón, abordarla—como lo hace Benveniste—desde una visión lecto-escritural, resulta totalmente provechoso, en la medida que, a nosotros como futuros profesores, nos proporciona un modo concreto de promover en nuestros alumnos, tanto la valoración propia como ajena de la construcción oral.
VALORACIÓN
Se puede colegir la pretensión del
artículo: diferenciar la lengua hablada de la escrita, reivindicándola desde la
complejidad que supone producirla y analizarla. Una de las propuestas más
interesantes, y que podemos relacionar de alguna manera con esta idea
benvenistiana, es la emergida de Limited inc, obra de Jacques Derrida, que, entre otras cosas, asemeja la oralidad con la lengua escrita, en tanto, ambas, a causa de erigirse como iterables, posibilitan a que cual fuere de sus partes—fragmento, oración, palabra—halle significado en “la ausencia no solo de su referente, sino también en la ausencia de un determinado significado o de la intención de significación actual, así como de toda intención de comunicación presente” (Jacques Derrida, 1988, 32). En palabras sencillas, es factible considerar tanto la escritura como la oralidad dispositivos meramente referenciales, empero, aptos para el análisis literario o lingüístico. Sea el último canto de Altazor de Vicente Huidobro, o la interjección espontánea de un señor enojado: “¡¡aaj!,ggggggr!, no deben concebirse los distintos planos de la expresión, a la luz de la cantidad de prestigio, sino más bien desde la fecundidad lingüística.
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